jueves, 19 de abril de 2012

¿Qué pasaría si...? (Teoría de la conspiración)


¿Qué pasaría si...? Si fuese verdad lo que dicen las malas lenguas, los conspiradores. Uno los llama malas lenguas cuando en realidad no está muy claro en que nos perjudican. Lo que si está claro es que nos hacen pensar, y eso, al fin y al cabo, siempre es bueno.

Al grano, hoy vamos a hacer un esfuerzo de imaginación. Hay que recordar a lo largo de toda esta locura que no es más que inventiva, producto de una mente perturbada, a priori. Supongamos que Urdangarín fuese un hombre de paja. Puesto por alguien que no puede aprovechar una situación de superioridad y quiere sacar beneficio de la misma.

Esa persona, sin duda sería el Rey. El monarca firmó un acuerdo (Constitución Española) que le impedía sacar beneficios de una posición eminentemente ventajosa. Pero su ventaja, podría pensar, es una lástima malgastarla.

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De repente su hija se casa con un jugador de balonmano que es avispado e inteligente. Me parece que había otro yerno/candidato, pero no está muy claro por qué lo descarto. Se rumorea que llegó a insinuar que elegirlo sería como pegarse un tiro en el pie.

Centremos por un momento, antes de seguir avanzando, en la situación ventajosa. Juan Carlos proviene de una estirpe interpuesta por Dios para gobernar los designios de esta España de pícaros súbditos. Claro, hay se le pego algo la inventiva de carácter estafador. Además de ser el Jefe de un Estado, el Rey ha ido granjeándose la amistad de grandes hombres, sobre todo magnates y jeques árabes, destacados, supongo, por tener en alta estima los Derechos Humanos (por lo menos los propios), y no por su enorme e injusta riqueza.

Es lógico pensar que los súbditos españoles necesitan la imperiosa amistad de estos grandes hombres, por lo menos un reducido número de ellos. Las grandes empresas. Esta relación de servidumbre ha hecho que el poder empresarial español (que también sostiene a los grandes partidos) sirva de bastón a una monarquía que se dotaba así de una enorme estabilidad, tanto que le hacía pensar que podía relajar su postura e intentar caminar en otra dirección.

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A pesar de todo temía dar un paso en falso. Sí, por que los único pasos en falso que ha dado el Rey Juan Carlos I han sido en la nieve esquiando. Por eso, como si de Marlon Brando en el Padrino se tratara, hizo ascender en la familia al nuevo, al esposo de su hija (cosa que no pasó en el Padrino) y le dió un puesto de responsabilidad en la trama. Lo moldeó (lo mando estudiar empresariales), como Jack Nicholson a Matt Damon en “Infiltrados”, y lo puso a recoger los frutos de su posición.

Esto explicaría muchas cosas en la trama. ¡Hay el Bribón!

Hasta aquí la ficción (no por imposible, sino por que no se puede apoyar en ningún tipo de prueba que la corrobore).

Un pequeño análisis que podría explicar el clima actual: esta mañana abrí, como no creí que podría hacer, los ojos de asombro al escuchar como en la radio, un analista, planteaba el debate “¿Monarquía o República?”. Fue como observar directamente la Historia.

De por qué se plantea el debate y por qué se genera tanto revuelo ante el tropezón del Rey tengo mi opinión. Nuestra sociedad empieza a madurar y es normal que se planteé seriamente cuestiones que hasta ahora no se había planteado. Empieza a fijarse en las chicas o chicos de una forma distinta y se pregunta por qué no puede decidir qué persona poner al frente de la jefatura del Estado.

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Mi valoración personal es que tarde o temprano España volverá a ser una República. No tiene que parecerse a la anterior. Debería ser consensuada y no producir grandes traumas. También tiene que cambiar la Constitución, modernizarla, hacerla profundizar en la democratización total y mejorada, cambiando por ejemplo la Ley Electoral y profundizando en la división de poderes. Hay que aumentar la responsabilidad de nuestros políticos, legisladores y jueces. Hay que modernizar la Administración y hacerla más eficiente...

Ánimo, es la única palabra que puedo ofrecer en estos momentos. A los responsables de efectuar estos cambios, es decir, a los ciudadanos, que dejaremos de ser súbditos para volver a ser hombres libres. Nosotros tenemos la palabra ahora.

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