Además de lo perjudicial que es podríamos estar de
acuerdo en lo habitual que también es. Aunque no es perjudicial en
casos muy puntuales, en los que no deja de ser un riesgo. Pero
ciñéndonos al supuesto concreto en el que se suele dar
habitualmente, podríamos decir que es una verdadera lacra. Pero
empecemos por el principio.
La hipocresía se podría definir como exigir a los
demás, constante o esporádicamente, creencias, opiniones, virtudes,
sentimientos, estándares o cualidades que la persona en realidad no
tiene o no sigue. De esta forma podríamos acordar que en
determinados momentos, como el aprendizaje, podría ser beneficiosa
en la forma en que el educador tratase de inculcar ciertas bondades
aunque él no las tuviese. Pero se corre el riesgo de asentar la
asimilación de las mismas sobre una base inestable. Inestabilidad
que surge en caso de no experimentar el total de la problemática que
una actitud supone.
Hemos de completar su significado con su etimología.
Proviene del latín tardío hypocrisis, que significa “actuar” o
“fingir”. Pero no se asienta en una actuación inconsciente sino
en una actitud de la que se pretende sacar ventaja. Por lo general es
una actitud que se da habitualmente en el sector de la política.
Universalmente la suelen practicar los políticos o representantes y
los aspirantes a serlo. En particular algunos partidos políticos la
asumen como modo de actuar, generalmente con la finalidad de asumir
el poder.
Tenemos demasiados ejemplos, por desgracia muy cercanos.
Uno podría considerar que no revelar los presupuestos generales de
un país, o de una localidad con el fin de ganar unas elecciones
regionales es una plasmación, y además muy grave, de hipocresía.
Yo lo consideraría así. Del mismo modo consideraría que si el
partido que gobierna acusa al anterior ejecutivo de un déficit
inflado que desconocía, teniendo los datos que ayudan a definirlo de
una manera cierta, tan a la mano como consultar la aplastante mayoría
de autonomía que conforma el país que son de su color político,
con el fin de justificar unos ajustes sobre la base del miedo para
que los aceptemos de una forma más o menos pacífica y sin
recapacitar sobre otras formas de reducir el déficit que
beneficiarían al conjunto de la sociedad repercutiendo solamente
sobre un grupo reducido de la sociedad, que por otra parte asimiló
un gran beneficio en la época de bonanza, de forma que fuese más
justa la actuación, es una forma, también de las más graves, de
hipocresía.
Pero no solo se da la hipocresía en esos niveles. Si
seguimos descendiendo, observamos como los partidos políticos tiran
de hipocresía a la hora de realizar su campaña electoral. Ahora
tenemos la oportunidad de comprobarlo de primera mano. Un ejemplo
sería situarse como adalid de la participación ciudadana y
posteriormente, una vez en el gobierno, restringir los derechos de
participación de sus conciudadanos. O, por ejemplo, prometer algo,
que suene bien (como no subir los impuestos o subir las pensiones),
sabiendo que la situación no te lo permitirá y posteriormente subir
los impuestos y decir que has subido las pensiones.
Para muchos se ha convertido en una forma de vida. En
especial el PP es un especialista. Cuando está en oposición es una
máquina perfectamente engrasada que aprovecha para vanagloriarse
haciendo hincapié en supuestos defectos del PSOE que posteriormente
comete por duplicado.
Bajando otro nivel nos encontramos con la hipocresía
que se da por parte de los aspirantes a políticos, dentro del
organigrama de cada partido político. Son bastantes frecuentes las
promesas de cambio, reformas o actitudes diferentes, que
posteriormente se quedan en agua de borrajas. También se dan antes
de postularse (oficialmente). Pensemos en aquellos que no dan la cara
o no mueven un dedo, que pasan a ser los más activos durante un
tiempo y que posteriormente vuelven a su caracola. Aquellos que
defienden la participación y el pluralismo hasta que les puede
afectar negativamente. Los que hablan de libertad y luego practican
la censura.
También hay otros ejemplos curiosos en diferentes
ámbitos. ¿Qué me decís de aquellos que se llenan la boca
exigiendo excelencia en la educación y luego son los primeros que
aprovechan las brechas de la misma? Esto pasa cuando éstos piden ese
tipo de educación y acto seguido se disponen a estudiar un examen de
forma que solo les servirá para aprobarlo pero no para aprender.
No me olvido de otro ámbito en el que es bastante
habitual. La Semana Santa o la Iglesia se caracterizan por concentrar
unos niveles de hipocresía impresionantes. Todos podremos observar
como algunos cofrades se llenan de bondad durante unas horas al año,
mientras que el resto del mismo no son capaces de algo tan sencillo
como tratar a los demás como iguales.
El caso de la Iglesia creo que pasará a la Historia.
Una institución con unos valores tan preciosos y que tan poco
practica, ni ha practicado. Y no me refiero aquí a casos
particulares. Es más, la mayoría de individuos de la institución,
sobre todo los que están en la base, suelen participar bastante de
esos valores. Pero es la institución misma la que demuestra día a
día su hipocresía. Todas las enseñanzas de su mesías son
utilizadas para abarcar poder, o no sé yo qué. Todos hemos
escuchado alguna vez a alguien decir algo como “si vendieran el
Vaticano, acabarían con la pobreza en el mundo”.
En conclusión, yo creo que la hipocresía social, que
es tan abundante, se podría asimilar al auto-engaño. Es una forma a
través de la cual la sociedad se miente a sí misma. Como sabemos,
para ser feliz, para ser ético, el auto-engaño es lo más
perjudicial. Por eso, si queremos que la sociedad sea feliz, que
nosotros seamos felices, intentemos no ser hipócritas, intentemos
admitirnos tal cual somos, exigiendo lo mismo a los demás (que sean
nuestros representantes), censurando esa actitud en los demás (que
sean nuestros representantes) y os puedo asegurar que avanzaremos a
un lugar mejor.
*Significado y etimología de hipocresía:
http://es.wikipedia.org/wiki/Hipocres%C3%ADa
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