En una ciudad de cuyo nombre no consigo
acordarme (debido a que, en busca de una designación más comercial,
se lo han cambiado tantas veces), había una vez un líder de la
oposición. Era todo generosidad y ante todo propugnaba la
participación en la ciudad.
Un día se convirtió en Alcalde de su
ciudad. Seguía diciendo las mismas cosas y siendo tan simpático
como antes, pero... De repente empezaron a suceder cosas muy
extrañas. Lo mismo no inauguraba una obra, quizás por que el mérito
no era suyo y sí del anterior gobierno. Que lo mismo no contaba con
el resto de concejales de diferente partido, supongo que para ahorrar
en la factura de telefonía ya que no necesitaban puntos por que
todos tenían BlackBerry.
Pero lo que más me fastidia, hoy, es
que tras prometerle tanto a la juventud siga sin escucharlos. Y que
una reunión que debió celebrarse hace algo más de un mes ya,
todavía no ocupe un hueco en su agenda. Quizás se esté viendo una
versión un poco hipócrita (por ahora) de el Alcalde de ese pueblo
cuyo nombre no consigo recordar.
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