lunes, 12 de marzo de 2012

Erradicar la corrupción


Si la corrupción fuese una enfermedad la podríamos asimilar al cáncer, con todos los respetos. Pero sin duda su funcionamiento a grosso modo es similar. Una célula puede corromper todo un órgano y llegar a dañar fatalmente al organismo entero. Eso mismo se puede aplicar a un partido político. Pongamos de ejemplo a un partido como el PSOE.

En él se están dando casos que sin duda suponen corrupción, no solo del servicio público sino de los propios valores de un partido como el socialista. Con una base obrera y siendo de marcado carácter socialista un representante de dicho partido ha de estar mucho más allá, pero mucho, de sus intereses personales. Si además transformamos su carácter de organización para que el pueblo pueda acceder al poder a una organización netamente personalista, las consecuencias pueden ser fatales.

Y eso es lo que está pasando ahora. Se están alzando en este partido, desde hace demasiado tiempo, voces que representan al pueblo solo supuestamente. Esto no quiere decir que todos los representantes del partido sean corruptos, pero sin duda hace tiempo que está llegando al poder una clase de políticos que podríamos llamar “profesionales”, en el mal sentido de la palabra. El mal sentido por que no es que estén bien preparados (cosa que tampoco se fomenta) sino que hacen de su paso por el partido una carrera profesional. Su labor se reduce a salir en las fotos para llegar a ser representantes y a partir de entonces vivir del cuento.

Esta nueva clase no sabe tan siquiera lo que es la “vocación de servicio público”. Sólo se dedican a gestionar dinero y acumular poder a la vez que se garantizan una pensión vitalicia de alguna manera. Por eso llegan a corromperse, con el inevitable contagio que eso supone para otros gestores, incluso no políticos.

Si a esto le unimos que el partido vira hacia el personalismo, nos sale un resultado muy peligroso que solo tiene una solución: extirpar. Las pruebas de ese viraje son hoy más que evidentes. Entre ellas encontramos desde la no suspensión de militantes imputados en tanto no se declare su inocencia hasta los nuevos carteles de las autonómicas andaluzas. En ellos no se sabe si es mejor pensar esto o que no quieren vincularse mucho con la marca PSOE.

Lo que es evidente es que en un partido como éste debería primar el grupo y la organización sobre las personas que lo representan. El grupo, el partido, debería controlar a esos gestores de la misma forma en que nuestro cuerpo controla las manos o los pies.

Si se llegara a cumplir esta premisa, acabar con la corrupción sería tan sencillo con proveerse de normas internas que castigasen esos comportamiento ipso facto y extirpar a los gestores que se pueden calificar de corruptos.

Pedro Martínez; comunidadelsecreto.com
El problema es que se piensa que eso dañaría nuestra imagen, cuando, en realidad, sucedería todo lo contrario. En la sociedad actual, con los medios de comunicación existentes y todo lo avanzado en materia social, sería un punto a favor acabar con esos energúmenos. De hecho, este será uno de los siguientes pasos que el PSOE habrá de caminar si quiere volver a ser un partido del pueblo y para el pueblo, en el que el pueblo se pueda ver identificado y en el que el pueblo pueda confiar.

Hasta entonces solo nos queda luchar hasta el último aliento por avanzar en democracia. Por que sí, eliminar la corrupción, aumentar la democracia interna y tener unos medios de comunicación éticos, son pilares fundamentales para que nuestra democracia avance hacia un futuro mejor.

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